Me encontré a Peter Pan en Cambridge


Cerca del famoso y concurrido King's College, en un calleja estrecha por la que no pasan más que bicicletas y algún paseante sin rumbo fijo, me encontré este cartel: BOOKS
¡Suena bien! Entro.
La puerta de la librería era como en las películas americanas, de madera pintada y cristal con su letrero OPEN. Al empujarla sonó una campanita.
Un estrecho pasillo conducía a lo que debía ser el mostrador del librero o más bien su escondite.
Hello! —Un hombre sonriente de pelo blanco y generosas mejillas me miró por encima de una torre de libros de lomos amarillentos.
Sara Key's books. The haunted bookshop, specialised in children's and illustrated books since 1987
La librería encantada...
—Sara Key es el nombre de la protagonista de una novela francesa sobre la ocupación nazi… (casualidades de la vida que yo supiera algo tan rebuscado).

—Oh, no, darling, it's my wife! 
—Your wife?
—Yes, the name of my wife. She started the business...

La librería pertenecía a su mujer, Sara Key, que coleccionaba libros ilustrados y un día decidió vender los que no le cabían en los estantes.
—Could I? 
—Yes, please, feel at home.
Muy como en casa no me siento, la verdad. Este desorden... Cojo un libro al azar, el más viejo que veo frente a mí, en una estantería que llega hasta el techo. Huele a polvo, a moho, a gruesas páginas de libro viejo, encuadernaciones en piel. Da un poco de pudor tocar algo tan antiguo. La de manos que lo habrán hojeado antes que yo.
Y allí está, con más de un siglo de edad, una edición limitada de Peter Pan, ilustrada por Arthur Rackam en 1906. 
También pude disfrutar oliendo, tocando y admirando las ilustraciones de una edición de El Quijote del siglo XIX, con ilustraciones de A.B. Houghton; de Las Mil y una noches, Los cuentos de Grimm y muchos otros clásicos de la literatura británica y universal. Me conmovió especialmente la colección de Los Cinco, de Enid Blyton, los mismos títulos, algo más ajados, que yo había leído con avidez en muchas tardes de verano.
Una hora más tarde dejé de sentir el olor a moho, posiblemente porque yo misma me había convertido en un ser verde, de ojos saltones y orejas puntiagudas.


Edición limitada de cuatrocientas sesenta copis, de las cuales cuatrocientas cincuenta son para vender. Esta es la copia nºº 37


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