Michael Rosen y escribir para niños
«Escribir para niños significa estar en contacto con tu infanciasin perder de vista a los niños de hoy»
«Todos hemos sido niños, todos conocemos a un padre, una madre o una figura paterna. Esto nos hace a todos escritores potenciales de libros para niños. No creo que los libros infantiles sólo tengan que ver con los niños, de algún modo completan el hueco que existe entre el mundo infantil y el mundo adulto. Todos los libros para niños tienen que negociar ese espacio, ya sea al tener en cuenta cómo sonará el texto de un libro ilustrado cuando se lea en voz alta, o cómo el niño o niña se ve a sí mismo en un mundo gobernado por los adultos. Y antes de que llegue a la mano, el ojo o el oído de un niño hay muchos adultos con los que negociar: editores, ilustradores, publicistas, gente de marketing, los adultos que lo compran. Es más que probable que sea un adulto quien esté leyendo esto, así que cuando quieras escribir para los niños, estarás manejando algo de tu propia infancia. Puede ser algo que hayas leído, la experiencia de que te leyeran, u otras experiencias placenteras o dolorosas de cuando eras joven.
También hay una interesante distancia entre el niño que
fuiste una vez, y los niños que conoces ahora. Si quieres
escribir un libro para niños, te encontrarás viajando de aquí para allá entre
esos dos puntos, preguntándote en todo momento qué tipo de niño fuiste, por qué
tenías esos gustos e intereses particulares, qué te deprimía o emocionaba, qué
te daba miedo, anhelabas; y a continuación, observar, escuchar y pensar en los
niños que conoces o con los que te encuentras. ¿Hay grandes diferencias,
o hay algo en el núcleo de la infancia que no se ha modificado? ¿Es el bagaje
cultural del que procedes igual o diferente al de los niños que conoces y ves
ahora? Si es así, ¿cómo tu escritura puede llegar a ellos?
(...) Cualquiera de nosotros que
escriba para niños tiene que ponerse las pilas. Es
necesario tener muy en cuenta lo que se publica, pero también cómo la gente cuenta
hoy día las historias. El escritor Morris Gleitzman me dijo que él mismo
establece una regla de oro cuando escribe para los niños: “Iniciar cualquier
escena tan tarde en la acción o el diálogo como se pueda”. En otras palabras, no
divagar. Esa es su percepción de la audiencia de hoy.
Si eres serio acerca de la
escritura, necesitarás una especie de axioma (o varios), de esos que ayudan a
controlar lo que estás poniendo en la página.
También tenemos que pasar tiempo en las librerías,
bibliotecas, guarderías, escuelas y con los niños, para leer, ver cómo el
público trabaja con los libros.
(...)
Parte de ese niño que lee,
inevitablemente, será el niño lector que una vez fuiste. Eso no es algo malo,
pero muy a menudo, permíteme que sugiera, esto no es suficiente. También es
necesario conseguir meterse en la piel (o en la cabeza) del niño actual que hoy
es tu público objetivo.
El mundo de los libros para niños es muy agradable, un lugar
decente en el que estar. Lleno de personas desesperadas por alumbrar una idea
que despierte el interés de los niños y lo emocione, descubrir mundos imaginarios y temas
contemporáneos.
(...)
Una parte muy importante de la escritura para los niños está
presente en los festivales literarios, en las bibliotecas y en las escuelas.
Una parte importante de convertirse en un escritor de niños es ver lo que los
escritores publicados hacen y dicen cuando aparecen en público. Escribir libros
para niños puede ser tan solitario como cualquier otro tipo de escritura, pero
hay un gran elemento social en la forma en que los libros son llevados a los
lectores.
Hay miles de personas ahí fuera que hacen esto: padres,
bibliotecarios y profesores en su mayoría, por lo que parte de ser un escritor
para niños es estar entre estas personas en los eventos que organizan. Si consigues
el equilibrio correcto, esto será parte de lo que te motivará a volver a entrar
en tu celda y escribir un poco más.
Ver artículo publicado en The Guardian
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